Para el 2023 se pronostica que el crecimiento del PIB de Perú llegaría a 2.6%, para el siguiente año 2.9%. Este crecimiento se debería el aumento de la producción y la recuperación del turismo.
La inflación todavía estaría en proceso de recuperación al encontrarse elevada y con un endurecimiento por las condiciones financieras que repercutirán en el consumo de los hogares peruanos.
Además, la incertidumbre política, la baja confianza empresarial y la lentitud estructural en ejecución presupuestaria a nivel no regional y local, limitarán la inversión privada e internacional. La informalidad, por su parte, se encuentra por encima de los niveles previos a la pandemia y ampliaría las desigualdades.
El trabajo quedaría en manos del Banco Central, que tiene la misión de mantener una postura receptiva para garantizar que las expectativas de inflación se vuelvan a anclar. Se espera que la inflación descienda a 2% para el 2024.
Será necesario un apoyo fiscal focalizado en los lugares más vulnerables del Perú. La creación de empleo formal rezagada, los niveles altos de pobreza y los elevados precios de los alimentos y la energía, necesitan de una consolidación fiscal.
Por eso, un reforma fiscal ayudaría a elevar los ingresos públicos estructuradamente. También, daría respuesta a necesidades sociales y la infraestructura que son urgentes para el desarrollo nacional.
Finalmente, ampliar la generación de electricidad a partir de los recursos renovables, contribuiría a reducir la dependencia de los combustibles fósiles y sus costos.