Turismo: ¿Quiénes pierden?

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El turismo influye en distintos sectores económicos de manera directa e indirecta, y contribuye a la dinamización de la economía, la obtención de recursos fiscales y la generación de empleo. Como hemos mencionado, este fue uno de los sectores más afectados por la pandemia y cuya recuperación en 2022 fue menor en comparación con otros países (ver semanarios 1139 y 1142). Lejos de mejorar la difícil situación que atravesaba el sector, el estallido de los conflictos sociales, especialmente con la violencia y subversión desatados en la zona sur del Perú[1] (que recibió cerca del 76% de turistas extranjeros que llegaron al Perú en 2019) ha hundido más las expectativas de recuperación del sector (ver semanarios 1148 y 1149).

Con el fin de aproximarnos a la gravedad del daño al sector, es importante reconocer la cantidad de personas que dependen, directa e indirectamente, de esta importante actividad económica. Según datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), en el tercer trimestre de 2022, 3.2 millones de personas trabajaban en actividades vinculadas con el turismo en el Perú. Además, un 79.4% de este nivel de empleo era informal.

A nivel departamental, Arequipa, Cusco, Ica y Puno concentran un 15.5% del total de empleo en el sector. En cuanto a la infraestructura privada, a octubre del año pasado, había 24,836 establecimientos de hospedaje a nivel nacional. De estos, un 21.5% se ubican en los departamentos mencionados (5,343 establecimientos). Además, según el directorio nacional de prestadores de servicios turísticos calificados, existen 7,773 agencias de viaje y turismo a nivel nacional. De estas, un 39.5% se ubican en la zona de mayor conflictividad social (Arequipa, Cusco, Ica y Puno).

Por su parte, 12,886 guías de turismo se encuentran registrados a nivel nacional. Cabe resaltar que un 81% de estos se encuentran en los departamentos mencionados de la zona sur (10,441 guías). Es decir, 8 de cada 10 guías de turismo en el Perú viven en las zonas con mayor incidencia de protestas sociales. Por otra parte, se tiene el registro de 9,217 artesanos a nivel nacional, de los cuales un 34.9% están en los departamentos analizados (3,220 artesanos).

El bloqueo de carreteras, daño a la infraestructura pública y privada, inseguridad ciudadana, así como el impedimento de la continuidad de las actividades económicas, especialmente en la zona sur del Perú, limitan la llegada de turistas, lo que se traduce en una reducida o nula demanda por servicios vinculados con el turismo, que finalmente perjudican a las familias que tienen a esta actividad como principal fuente de ingreso.

Otro punto relevante se encuentra en el Cusco, destino turístico preferido de los visitantes extranjeros que arriban al país. En diciembre, mes en que iniciaron las movilizaciones y protestas en contra del Gobierno, Machu Picchu recibió un total de 36,753 visitantes. Esto es un 28.2% menos que en diciembre de 2021 (51,167 visitantes) y un 62.4% menos que en el mismo mes de 2019 (97,641). Además, este principal atractivo turístico —y una de las siete maravillas del mundo moderno— se encuentra cerrado al público desde el 20 de enero, debido a las protestas, y se prevé como fecha tentativa de reapertura el 15 de febrero, en la medida que la convulsión social se disipe.

Es importante mencionar que, según cifras previas a la pandemia, en el mes de enero, en promedio, se registraba el ingreso diario de 3,621 visitantes a Machu Picchu (67.5% de ellos, extranjeros). Si la reapertura se da según lo previsto (escenario optimista), el centro arqueológico habría permanecido cerrado por 26 días hasta entonces. Ello implica una potencial pérdida de 94,146 turistas imposibilitados de ingresar a este atractivo turístico. Si consideramos el gasto promedio diario de un turista extranjero cuyo principal motivo de ingreso al país son las vacaciones, recreación u ocio, el cual asciende a US$ 104, según PromPerú[2], se estarían dejando de gastar (generando pérdidas al turismo) US$ 6.6 millones, solo por el cierre de Machu Picchu y considerando únicamente a los turistas extranjeros. A nivel nacional, las pérdidas son mayores tanto en el turismo receptivo como interno.

REACTIVACIÓN QUE REQUIERE MEDIDAS URGENTES

Como hemos mencionado anteriormente, es necesario retomar el control interno y tener estabilidad social. Pero, además, la imagen del Perú como destino turístico está dañada a nivel internacional, pues los visitantes extranjeros perciben al nuestro como un país inseguro por las manifestaciones sociales que han hecho uso de la violencia en los últimos meses. Por ello, es importante que se despliegue una campaña de comunicación que posicione al Perú como un país seguro.

Una vez que se permita el acceso al público en Machu Picchu, es fundamental garantizar el acceso seguro a esta ciudadela inca, garantizar las operaciones del acceso férreo, así como mejorar el sistema de venta de entradas, a fin de que incluyan un horizonte más amplio en el tiempo, de manera que los turistas puedan planificar su visita al país y tener mayor posibilidad de conseguir entradas.

Además, es importante garantizar la conectividad aérea en todo el territorio nacional. El destrabe de inversiones para la modernización de aeropuertos regionales es clave. Mejorar la calidad del servicio es fundamental para atender la demanda y satisfacer las necesidades de los viajeros.

El turismo es una actividad de la cual dependen millones de familias. Su competitividad está en riesgo, por lo que la prioridad debe ser retomar el control interno y propiciar un ambiente apto para recibir un mayor flujo de visitantes extranjeros, así como incentivar el turismo interno.

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